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Mostrando entradas de julio, 2017

Lo mío

Lo mío es escribir poesía triste. Lo mío es pasar las noches de tormenta sola. Lo mío es anhelar el abrazo prohibido. Es mío, y solo mío, no dejar a nadie entrar y que cuando entren, odiarlos por desear huir. Lo mío no es odiar. Lo mío son estrellas perdidas, la luz de un candil, una biblioteca vacía, y tres corazones rotos. Lo mío es gritar para dentro. Lo mío es mentir para huir del mal causado. Lo mío es regañar y no aprender. Lo mío es dar consejos que jamás utilizo. Lo mío son las noches dormidas, los desnudos poéticos, las chicas de falda corta, el amor inexistente y el constante deseo de correr hacia todas partes y ningún lado a la vez. Lo mío es escribir poesía triste. Lo mío es el miedo más oscuro del mundo, el que te hace cosquillas en las plantas de los pies cuando estás acostado. Lo mío es el miedo. Lo mío es fracasar. Pero también es mío apretar los puños, ser fuerte, sonreír a la adversidad. Es lo mío contener las lágrimas cuando parec

Shakespeare in love

La dama, sentada, en el balcón. Él, caballero, la observa. ¿Su canción? Esta: "Salta la chispa y con ella tu cuerpo, y me regocijo al verte, desnuda, como una musa, como un sueño. Si no te quiere nadie, al menos que sepas que yo sí, niña, yo sí te quiero. No es adulterio si vivo casado con la pasión y la engaño para refugiarme en tus besos castos: suaves labios de donde nunca antes salió la bilis que todos tenemos dentro." La dama, de pie, en el balcón. Él, caballero, atento. "Si por mí morís, que así sea." Salta la dama, el caballero, retrocede. Ya nada les separa excepto la muerte.
¿Qué es esto de lo que me alimento? Son trazos poco firmes, letras desperdigadas, dolor a raudales, canas, (¡canas!) noches irresistibles, días imposibles, alguna estrella perdida: será que de lo que yo me alimento no es otra cosa, señores, que de poesía.