Mambrú

Míralo.
Tiene la mirada perdida de los héroes hambrientos.
Sus uñas comidas por el dolor
y el miedo.
Oh, su miedo.

Pero míralo.
Todo su cuerpo vive en tensión.
Baja la mano a la cintura y no encuentra espada.
Mírate, pequeño, te la has dejado en casa.
Su escudo son sus párpados cerrados.
Si retiene sus lágrimas, no está triste.
¿No lo ves?
Es el héroe de diario.

Míralo,
tiene una emoción inexpresiva,
cierra la puerta con duda y confianza.
No sabe lo que hace,
te lo ruego,
perdónale.

Míralo,
¿no es el hombre más bello que has visto jamás?
Tiene la mirada perdida de los héroes que no aman.
Los marineros que no vuelven.
Los soldados que se pierden
en el campo de batalla
entre las balas y los arañazos
y las tripas ensangrentadas.

Míralo,
no tiene padres
su sonrisa se recorta con el hollín.
Hay ruido pero él está sordo.
No ve, no oye, no siente.
Tiene la mirada
de los héroes muertos en batalla;
por tu causa,
y la mía
y la suya,
y la vuestra,
y no hacemos nada.

Qué dolor,
pero mucha más pena.

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