Musa gris

Me pareció verte dibujada con trazos suaves y pastel,
como un sueño,
como una musa a punto de nacer,
y me volví loco de amor.
Pero era solo un sueño y yo seguía siendo yo,
y jamás artista.
Aquello fue lo que me mató.

Empecé a discernir entre las sombras
y me confié a un Segismundo atolondrado
incapaz de ver sus propias manos
y me perdí de nuevo, buscándote,
a ti y a tus zapatos.

Creí oírte de lejos, y caminé deprisa,
sin cuidado;
me choqué contra todo y no encontré nada,
pero tu voz nunca me dio la espalda.
Siempre supe que estabas, estás,
o al menos, estuviste,
y la certeza me mantiene con vida.

Quise tocarte y te desvaneciste,
¡maldita esencia!
Quién pudiera salir de esta cárcel abierta;
musa, vuelve, ¡tu enamorado te espera!
Y grito, y escupo porque no recuerdo.
Y a veces lloro porque estoy ciego,
o iluminado.

Ya lo he olvidado todo
y nunca se me ha dado bien mentir.
Escribo con la rima perdida y el verso me da la espalda
y ya no sé dónde te escondes,
no sé si quiero verte,
no sé nada ya de ti.
Parece que he vuelto a vivir.

Supongo que te imaginé gris,
y me volví loco.
Supongo que quise verte otra vez,
y me volví como tú.
Inexistente, impávida,
serena, delicada,
fugaz,
y gris.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Huésped gris

Regalo