Verde

Conocimos a Verde en la noche del tres de Mayo de hace más de veinte años. No le conocíamos de nada; simplemente entablamos conversación, y resultó ser una persona agradable, simpática, y con la que era fácil hablar de cualquier tema. Además, tenía mucho sentido del humor, y eso probablemente fue lo que más nos gustó. Sus bromas eran estúpidas pero a la vez con un toque sarcástico e inteligente que resultaba genial.

Empezamos a adorar a Verde, aunque sólo estuvimos juntos unas pocas horas. Ni siquiera sé su nombre real: cuando conocimos a Verde, llevaba en la mano unas palabras escritas con boli azul que decían “Subrayador Verde”. Resultó que Verde estaba estudiando y esa tarde se le había acabado la tinta de su subrayador de cabecera: aquello era un recordatorio para comprar uno nuevo. Es interesante pensar que aquella anécdota, que contó con su manera especial de relatar sucesos estúpidos o intrascendentales, se nos quedó más que su verdadero nombre.

Después de aquella Feria jamás volvimos a ver a Verde. Nunca llegamos a compartir los números de teléfono, ni ninguna red social: pero cada Feria vamos todos juntos, con la esperanza de encontrarnos a esa persona tan especialque hizo de la noche del tres de Mayo una fecha para recordar. Supongo que otra de las cosas que nos aportó Verde, además de miles de risas y una noche memorable, fue una razón para juntarnos todos de nuevo en Mayo y pasarlo bien, aún llevando separados todo el año porque después de tanto tiempo no mantenemos el mismo contacto. Supongo que Verde fue un regalo del destino, aunque no tenga ni idea. Pero, aunque probablemente Verde ya nos haya olvidado (aquella noche bebimos demasiado) nosotros jamás lo haremos. Al fin y al cabo, sigue siendo la razón de nuestras reuniones anuales.

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