Ojos Tristes parte II

La he visto de nuevo
y ahora puedo decir, con certeza,
que estoy enamorado.

Creo que es muda.
Nunca me ha dicho nada
pero tiene unas ojeras
que yo quisiera borrar.
Me duelen sus cicatrices.
Es tan hermosa.

Soy un poeta enamorado
de una chica triste.
¡Pero qué triste!
¡Pero qué hermosa!

Creo que es muda
parece que tiene los labios cosidos.
No sonríe
pero
no me importa
aunque a veces fantaseo
con oír su risa.

Te lo juro, amigo mío.
Ojos Tristes me matará de amor
sin hacer absolutamente nada.

Créeme, la he visto llorar,
y no es como nosotros.
A ella le duelen todos los minutos del día,
pero incluso con las lágrimas en las mejillas,
está seria y no tuerce el rostro.

A veces desvía la mirada.
Ojalá pudiera saber qué está pensando
aunque quizás no sea realmente nada.
Tengo miedo de que se muera, amigo mío,
y de que no pueda ir a rescatarla.

Vive encerrada en su espejo
y se mira, y se toca las manos y el cuello,
se examina
y permite que la mire observarse.
A veces temo que no sepa que estoy aquí.
Pero me mira, amigo mío, me mira,
y sé que es a mí
porque la amo
y ella,
¡demonios!
lo sabe
y le encanta
aunque sea incapaz de sentir nada
y sea, bueno, ya sabes,
muda.

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